Por César Hermida B. | cesarh@plusnet.ec
(Publicado originalmente en diario El Tiempo, Cuenca el 22 de julio de 2013)
La ciencia suele asegurar que la imaginación no tiene cabida en ella, y que sus conclusiones se basan en evidencias.
Pero Juan Samaja en su libro [Epistemología y Metodología] sobre metodología explica que “las teorías científicas poseen una… ‘irradiación’ esclarecedora, tornan ‘visible’ lo que no es visible: reconstruyen, a su manera, el ser y el funcionamiento de la realidad, y que, en este aspecto, la teoría científica produce efectos análogos al mito, a la poesía, a la religión”. Señala que Durkheim “extrae como conclusión de sus investigaciones que el Mito, las Religiones y la Ciencia son esencialmente lo mismo: formas de la conciencia social; representaciones sociales”, y cita a J. Piaget y R. García que muestran “el papel constructivo que el sistema social tiene en la génesis de las estructuras cognitivas”.
La Ciencia, dice, es “el sistema de conocimiento o creencias que se rige por ciertos cánones de validación y apela a ciertos artificios de descubrimiento, no es totalmente autónoma… está parcialmente abierta a todos los otros sistemas cognitivos o culturales en los que los seres humanos procesan sus diversos tipos de praxis (…) Ninguno incluye, como objeto de investigación epistemológica, al sujeto viviente e histórico”.
La categoría “clase social”, por ejemplo, propia de la sociedad industrial urbana, para el caso de las ciencias sociales, no sirve para explicar las relaciones en la pequeña agricultura de subsistencia, en donde, además, hay familias que reciben fondos enviados por los migrantes, o el “bono” de desarrollo.
Es menester tener imaginación para entender a cabalidad el concepto del Buen Vivir sustentado en la satisfacción de las necesidades humanas como derechos. Hay dificultad para clasificar aquellas subjetivas de la vida afectiva, la identidad, la libertad, la creación, la recreación.
La ciencia requiere imaginación para beneficio de la humanidad, no solo de los poderosos, por eso es paradójico el mural del Banco Mundial en Washington que reza, en inglés: “Nuestro sueño: un mundo libre de pobreza”.
El descubrimiento produce conocimientos, el invento tecnologías. Las hipótesis del primero están en la teoría, del segundo en la acción. La teoría busca las causas, la tecnología la aplicación, pero esta se puso al servicio del capital y las mercancías.
Por la falta de imaginación y el exceso de racionalismo e interés económico se produjo un exceso de la fantasía (la imaginación de lo irreal) en la literatura.
Es menester imaginar una ciencia propia.