Geografía e historia | César Hermida B.

Por César Hermida B.

(Publicado originalmente en diario El Tiempo, Cuenca, el 9 de julio de 2017)

 

La geografía nos enseña a ubicarnos en el espacio. La historia en el tiempo pasado. La geografía es la Pacha Mama del alimento que da origen y mantiene a todos los seres vivos. La historia es el conocimiento del pasado que nos va quedando adelante, para nuestra contemplación, pues el tiempo futuro viene desde nuestras espaldas.

Ni el tiempo ni el espacio son infinitos. Iría contra toda razón. Forman parte de un todo. Este instante y este espacio inmediato, lo son, al mismo tiempo, en la casa, el barrio, la ciudad, el país, el mundo, el sistema solar, el cosmos, y son el mismo instante del segundo, minuto, hora, día, mes, año, siglo, del tiempo del cosmos. Sí hay presente en este espacio y en este instante, de cada uno, que es parte del todo y de todos. ¿Cuánto dura el pasado?, se pregunta Abdón Ubidia en su bello libro “El tiempo”. Parece que lo que dura el recuerdo que concluye con el inicio del olvido. ¿Y el futuro? ¿Cómo podemos saberlo?

El pensamiento ancestral, en general (porque no hay una sola cultura homogénea, sino varias con propios matices), tiene una concepción circular del tiempo. El futuro, que viene por la espalda, circula dejando los ciclos del pasado adelante. Allí se lo puede ver, pues allí se queda, circulando con los hijos, los nietos… como circula el cosmos con su pasado, porque al futuro no se lo puede conocer, sino intuir.

Parece conveniente que los humanos volvamos de cuando en cuando, en periplos individuales y grupales, hacia las creaciones culturales subjetivas de los dioses y mitos de la historia y la geografía, de la poesía. Allí podremos encontrar a la Pacha Mama, diosa de la tierra y el alimento, esperando que vuelvan los seres soñadores. Y encontraremos a los dioses y mitos del amor, carnal y afectivo. Allí estarán los sueños gratos de todos los ancestros, el mundo de la vida sana y colectiva, en donde se complementan el pensamiento con el sentimiento, los hombres con las mujeres, recíproca y solidariamente, sin hegemonías ni explotaciones.

Las necesidades humanas son deseos que deben satisfacerse de manera placentera, en cada sitio y cada instante, en cada cruce del espacio y el tiempo. La alimentación es necesidad objetiva, como es la sexualidad, como el trabajo creativo y productivo. El pensamiento y el sentimiento son subjetivas, como el amor, es la identidad y la cultura, como es la ficción, porque son creaciones y recreaciones.

El Estado garantiza los derechos humanos, individuales y colectivos, en el cruce de geografía e historia, para el logro de la paz y la justicia. (O)

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